En mi niñez me acuerdo que estos
personajes venían al pueblo de Quinua acompañado de sus animalitos ,como el
loro, la tortuga, el lagarto, el mono, la serpiente, su lanza y su antara -tal
como podemos apreciar en la obra-, además de su artesanía que eran los collares
de semillas de plantas nativas de la selva alta .
En la fecha que venían era después
de Año nuevo entre la bajada de reyes y se paseaban en el distrito y lugares
aledaños ofreciendo sus collares artesanales, esto para mí fue impresionante; ver
tal personaje que tenía alrededor de su cuerpo estos animalitos que en quinua
no existían, era maravilloso apreciarlo y lo acompañábamos en las calles pues
nos causaba curiosidad la enorme serpiente y monito que tenia; también este
personaje tenía una antara (zampoña) y le gustaba tocar al frente de la Iglesia
de Quinua.
Dominaban el dialecto “campa”, y generalmente
los que venían dominaban el castellano y el campa. Sé que ellos tenían como
amuleto la puzanga que servía para ibinquir (campa), munar (quechua), enamorar
(castellano) fácilmente a las chicas y que lo guardaban celosamente en su atuendo.
En la actualidad ya no podemos
apreciar estos personajes en Quinua, ya que en la década de los 80 se originaba
la violencia interna fueron desapareciendo por el miedo.
En esta obra pretendo revalorar,
rescatar y poner en vivencia estas costumbres pérdidas; además que la comunidad
nativa sea tomada en cuenta en nuestro país que es muy rica y multicultural.
Gedión Fernández Nolasco
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